Diego Guerrero

Diego Guerrero (Huelva) es un creador atípico capaz de abordar distintos géneros de una forma comprometida y honesta. En la esencia de su lenguaje encontramos un poso profundamente flamenco enraizado en su tierra andaluza. Durante la infancia y adolescencia, junto a El Niño Miguel, aprendió que una orquesta sinfónica bien podía esconderse dentro de una guitarra.

En 2004 fusionó su experiencia en el mundo del flamenco con sus conocimientos musicales para arreglar y dirigir formando la primera Flamenco Big Band en la que los mejores músicos de la escena nacional e internacional se aplicaban en hacer sonar los arreglos de un jovencísimo Diego Guerrero.

La inquietud y las distintas vivencias musicales han seguido sucediéndose dando lugar a un músico completo capaz de descubrir nuevos caminos musicales y de aportar tanto en la renovación del flamenco como a su perpetuación. Además, Guerrero ha demostrado ser uno de sus mejores embajadores fuera de nuestras fronteras, trasladando su lenguaje e idiosincrasia a otros estilos, y creando puentes para recibir elementos de otros jardines musicales, sin consentir nunca que se pierda un ápice de autenticidad y mostrando una capacidad poco común para entender la esencia misma de cada cultura musical. Esto le ha convertido en todo un referente, no sólo entre las nuevas generaciones sino también entre los músicos y artistas ya consagrados.

Con su llegada a la capital revolucionó la noche madrileña y se convirtió en una importantísima figura de la cultura de club gracias a la Diego Guerrero Flamenco Jam. Cada miércoles durante más de 3 años reunió los nombres más grandes del flamenco, del jazz y de la música latina: Pepe Habichuela, Diego del Morao, Montse Cortes, Pakete, Josemi Carmona, Jorge Pardo, Javier Colina, Potito o Alain Pérez, son sólo algunos de los que se dejaron llevar confiados, por un acompañamiento sublime, diseñado y arreglado por la mano de Diego.

La nominación al Latin Grammy como Mejor Álbum de Música Flamenca de su primer disco, Vengo Caminando, es un buen ejemplo de ello. La arrolladora entrada de este álbum en el mercado supuso una revolución tan inesperada como abrumadora. Este caluroso recibimiento por parte de público y profesionales se tradujo en más de 80 representaciones en España, y en la posterior gira internacional, que arrancó en Estados Unidos y desembocó en Cuba y México.

Pero la carrera de Diego no comenzó aquí, y a pesar de lo sorprendente que este reconocimiento pueda resultar, más aún en un lanzamiento que carecía de respaldo discográfico, no deja de ser más que la punta del iceberg, en una biografía musical repleta de pequeños y grandes logros.

Artista inquieto, Diego ha conseguido contribuir a la visibilidad de la cultura del flamenco y del jazz, a dotarlas de nuevas formas de expresión e integrarlas en el concepto de World Music que conecta directamente con el legado cultural histórico, y por tanto, de la transmisión intergeneracional de su cultura y la conservación de la misma. Durante los últimos años ha compartido su música por los cinco continentes participando en festivales internacionales junto a artistas de talla universal y colgando el cartel de entradas agotadas en salas y clubes de reconocido prestigio mundial.

Escapar de una realidad amarga es uno de milagros que la música nos brinda. En un 2022 lleno de esperanza, Diego Guerrero vuelve a los escenarios con Presente, un nuevo espectáculo en el que el artista y sus composiciones nos guían en un viaje por diversas realidades que se forman a partir de una realidad universal y neutra. De la soledad forzada que estamos padeciendo están naciendo gritos que claman por la presencia física del prójimo. Y cuando el ser humano tiene que expresar algo tan vital y necesario, siempre recurre a su forma de expresión más pura y elemental: la lengua de su infancia. Es por esto por lo que no podía ser otro que el flamenco, el vehículo que transmite estas historias que declaran la presencia como única opción posible en una existencia que no extinga, no a la Humanidad como especie, sino la humanidad que vive dentro de cada persona.

Y con este prisma de múltiples ópticas, Guerrero invoca las “Milenarias Penas” del pueblo andaluz en Horcas y Cuchillos, la irreverencia del eterno amor adolescente en Vengo pa Quedarme, la visión apocalíptica de un presente en decadencia en Por la Tangente, o la eterna nostalgia del “cualquier tiempo pasado fue mejor” en El Reloj de Arena. Zambras, romances, fandangos, bulerías y tangos que contienen realidades desgarradoramente humanas, todas con un leitmotiv común: sin la presencia del otro, el uno no es nada.

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